El estrés es un término psicológico muy planteado en los últimos años, pero que existe desde que el hombre es hombre. Este estado tiene lugar en situaciones en las que se requiere una mayor capacidad de rendimiento, aumentando nuestra presión arterial, frecuencia cardíaca y respiratoria.
Existen dos tipos principales de estrés:
Es el estrés a corto plazo, el que desaparece rápidamente. Podemos sentirlo cuando recibimos una noticia emocionante, en una discusión o cuando tenemos que pisar los frenos rápidamente.
Es el estrés que dura por un período de tiempo prolongado, conocido como crónico. Las razones de su aparición pueden ser diversas (problemas de salud, familiares, laborales, etc.). Lo malo es que podemos acostumbrarnos tanto al estrés crónico al punto de no darnos cuenta de que es un problema.
Presión arterial alta
Insuficiencia cardíaca
Diabetes
Obesidad
Depresión o ansiedad
Problemas de la piel (alergias, acné, entre otros.)
Alteraciones en el ciclo menstrual.
Cabe destacar que no siempre es negativo sentir estrés. Existe un estrés considerado “bueno” y es aquel que sentimos cuando estamos felices, motivados, incluso podemos sentirlo ante un esfuerzo laboral considerado útil.
Quienes realizamos ejercicio físico, sabemos que luego de la sesión de entrenamiento nuestro cuerpo se ve invadido por una sensación de bienestar y felicidad que perdura y nos motiva a volver a entrenar. Esto se debe a la secreción de un grupo de hormonas vinculadas al ejercicio, conocidas como “hormonas de la felicidad”.
Influye notablemente en nuestro estado de ánimo. El incremento de serotonina tras el movimiento es responsable de una sensación de calma que nos aleja de estados depresivos, y además, nos permite conciliar mejor el sueño y regular la ingesta de alimentos evitando excesos.
Es la hormona que nos permite experimentar una sensación placentera tras hacer ejercicio y que nos empuja a continuar con la actividad. Además, al tener mejores niveles de dopamina tras el ejercicio, reducimos otras fuentes de placer menos saludables, como la ingesta de dulces, el tabaco u otras drogas.
Son las más populares de todas y son aquellas que tras el ejercicio, nos permiten sentir felicidad, alegría y hasta euforia, funcionando además como un analgésico natural, pues reduce el sentimiento de dolor así como la ansiedad y el estrés.
Última actualización el 27 de Septiembre de 2016